"Hoy hace un día precioso, verás como viene alguno y lo jode."
Una gran verdad. En ambos sentidos. Hoy puede hacer un día precioso. De hecho, lo es. Recién terminados los exámenes, con un resultado bueno y con grandes momentos a la vuelta de la esquina: carnavales, viajes varios, noches de diversión... No te importa madrugar, saboreas el desayuno y te dispones a pasar un buen día. Parece que nada podría molestarte en días así.
Te equivocas.
Esta entrada va dirigida a esas féminas sin ningún tipo de sentido común y consideración que llevan sus bonitos zapatos con tacones a la biblioteca. Con ese "toc-toc-toc-toc" taladrante que se te mete hasta el tálamo y te hace arrugar la hoja tus apuntes. A todas aquellas que van a "estudiar" con la idea de vender la carne con sus paseos entre mesas, y que consiguen que te fijes en ellas, pero no de la manera que les gustaría. Te fijas de la misma manera en la que te fijarías en un grifo goteante que no te deja dormir.
Una zorra con tacones, no es más atractiva. Es una zorra más alta.
No quiero olvidar a todos aquellos que os esforzáis por joder mis sesiones de cine, acto que considero casi sagrado. A todos aquellos que llegáis tarde a la película y os quedáis parados en medio del pasillo tratando de mirar en la entrada el número de butaca. Estás a oscuras, ¿qué coño te crees, que tienes superpoderes? A todos aquellos que hablais en voz alta, os reís sin control o masticáis palomitas ruidosamente. No estáis en vuestros sofás. No es vuestra "Villa-pocilga". Y aquellos que os levantáis nada más acabar la última escena y os ponéis en el puto medio para que no pueda ver los créditos. Y aún peor si descubrís que aún falta una escena final, y os quedáis de pie a verla, dejando constancia del dicho "la carne de burro no se transparenta". Juro que algún día le romperé en la espalda un asiento de plástico de los niños a alguno de vosotros.
Y no quiero irme sin mencionar al simpático autobusero que me está viendo correr para coger el transporte público y me cierra las puertas en las narices, dejándome en tierra. A la pareja que mete su compra en bolsas y paga con suma lentitud a la cajera, y no se mueve del sitio hasta que no ha colocado todas su tarjetas y monedas, formando una enorme cola tras ellos. A los desgraciados que salen pegando voces y cantando a las 5 de la mañana de los bares de debajo de mi casa, y me despiertan de ese sueño cojonudo que estaba teniendo. Y a los funcionarios ineptos que se esfuerzan por trabajar menos y joder más.
A todos ellos... os odio.
Y que os de por culo un orangután con clavos en la polla.
4 comentarios:
Hostia, qué razón tienes... Ya veo que no estoy solo en este mundo de mongos.
La maldición final es antológica ^o^.
La parte del autobús tiene un par de anécdotas graciosas por mi parte: alguien se acuerda de dónde está el Metropolis, la tienda de Magic? Pues a menudo, al volver de ahí a coger el autobús para la RUCAB me encuentro al autobús 3 ó 9 parado tras un semáforo en rojo. Le hago señas para que abra, pero me dice que tu tía...
Uroth... cómo funcionaba esa Death Note que tenías? Porque se me ocurre algún que otro uso práctico...
(Feliz día del culo)
Ahhhhhhhhhh O_______O esto es el manicomio!!!?? menudo cambio!!! :D :D :D Mola! Y feliz día del culo xD
me encanta, tienes toda la razón del mundo... odio a todos esossss... pero no soy mala persona... me alegra ver q tu tb uralo!
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